El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que duplica los aranceles a las importaciones de acero y aluminio, elevándolos del 25% al 50%. La medida, que entró en vigor el 4 de junio de 2025, busca “fortalecer” la industria siderúrgica estadounidense, considerada clave para la seguridad nacional. Sin embargo, ha generado reacciones encontradas dentro y fuera del país.
El argumento de Trump es claro: hacer que las empresas compren acero nacional, elevando los costos del producto extranjero para que pierda competitividad. “Con el 50%, ya no pueden saltarla”, dijo durante un mitin en una planta acerera, en referencia a los intentos de las compañías por sortear restricciones comerciales anteriores.
No obstante, economistas, empresarios y gobiernos aliados han advertido que una medida de este calibre podría tener efectos negativos tanto para las cadenas de suministro globales como para los consumidores finales, al encarecer bienes y provocar represalias comerciales. El anuncio se da en un contexto electoral, lo que para algunos analistas revela una intención política más que un plan económico estructurado.

Reacciones En El Sector Empresarial Y Global
Diversos actores del sector industrial manifestaron su preocupación ante los nuevos aranceles. Rick Huether, director ejecutivo de Independent Can Co., empresa que importa acero de Europa para fabricar latas decorativas, señaló que se ha visto obligado a suspender inversiones por la incertidumbre. También teme que los altos costos hagan que sus clientes opten por envases de plástico o papel, lo que afectaría directamente su negocio.
Esta política arancelaria afecta a varios de los principales proveedores de acero para Estados Unidos, como Canadá, Brasil, México y Corea del Sur, que podrían sufrir una disminución en sus exportaciones. Solo el Reino Unido logró una excepción al mantener sus aranceles en el 25%, tras negociaciones bilaterales que Trump calificó como exitosas.
Según el Instituto Estadounidense del Hierro y el Acero, las importaciones de acero cayeron un 17% en abril en comparación con marzo. Sin embargo, la producción nacional de acero crudo y el volumen general de importaciones se han mantenido relativamente estables hasta mayo, lo que plantea dudas sobre la verdadera eficacia de esta política.
Golpe Económico A La Industria Mexicana
Uno de los países más afectados por esta decisión es México. De acuerdo con datos oficiales, más de 20,000 millones de dólares en exportaciones mexicanas de acero y aluminio están ahora en riesgo. El 82% de estos productos se destinan a Estados Unidos, lo que convierte al país en uno de los más expuestos al nuevo arancel.
Además del impacto económico, se estima que podrían verse afectados hasta 380,000 empleos y alrededor de 7,500 millones de dólares en inversiones relacionadas con esta industria. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, calificó la medida como injusta e insostenible, argumentando que va en contra del espíritu del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Según Sheinbaum, México importa más acero estadounidense del que exporta, lo que vuelve aún más cuestionable la decisión.
El gobierno mexicano ha adoptado una postura cautelosa, pero no ha descartado tomar medidas de reciprocidad. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, viajará a Washington en los próximos días para negociar la exclusión de México del nuevo esquema arancelario, tal como se logró con el Reino Unido. El argumento central será que ambas economías se verían afectadas, ya que el acero y el aluminio son insumos clave en sectores industriales interdependientes como el automotriz, la construcción y la metalurgia.
Contexto Político Y Escenario Incierto
El aumento de aranceles se interpreta como parte de una estrategia proteccionista que resurge con fuerza en medio de la campaña electoral de Donald Trump. No es la primera vez que recurre a medidas comerciales agresivas. Durante su primer mandato, aplicó aranceles iniciales del 25% al acero y del 10% al aluminio, basándose en una ley que le permite tomar medidas extraordinarias para proteger industrias vinculadas a la seguridad nacional.
En los años siguientes, su administración otorgó excepciones a aliados estratégicos y empresas específicas, pero en marzo de este año decidió revocar muchas de ellas. Trump consideró que esas concesiones debilitaban la protección de la industria nacional y ahora busca cerrar por completo cualquier resquicio que permita a las compañías eludir el pago de aranceles.
Las implicaciones van más allá del terreno económico. El nuevo esquema arancelario podría reconfigurar relaciones comerciales clave, tensar la aplicación del T-MEC y desencadenar una ola de respuestas recíprocas por parte de socios afectados. En el caso mexicano, el margen de maniobra es limitado, pero la presión política y económica crece conforme se desarrollan las conversaciones diplomáticas.
Mientras tanto, las empresas en ambos lados de la frontera analizan escenarios para adaptarse. Muchas han empezado a buscar alternativas logísticas, materiales sustitutos o renegociaciones contractuales, en un intento por mitigar las consecuencias de una medida que, más que claridad, ha sembrado incertidumbre.